Fuera de radar


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El off-shore bolivariano: entrando a la globalización con características chinas

Antulio Rosales

El gobierno venezolano firmó con empresas chinas varios convenios para crear Zonas Económicas Especiales, donde se asentarán estas compañías en territorio venezolano. Nicolás Maduro pactó con tres empresas chinas para producir grandes maquinarias, insumos para la construcción y vehículos de transporte. Las grandes compañías comenzarán a operar bajo tratamiento especial en zonas de producción en Puerto Cabello y en una zona no detallada del estado Anzoátegui.

Estas primeras empresas beneficiadas son Citi Construction, JAC Motors y Sany Heavy Industry. Las dos primeras vienen a satisfacer demandas del mercado interno para la construcción, sobre todo en la Gran Misión Vivienda Venezuela, y vehículos, mientras que la tercera tratará de aprovechar la ‘ventana exportadora’ de Mercosur y la zona Petrocaribe para suplir grandes maquinarias a estos mercados.

Máquinas Sany

Máquinas Sany

Justamente Sany es una empresa ejemplar del modelo chino de socialismo de mercado. No sólo ha tendido éxito para entrar entre las grandes compañías del mundo catalogadas por Forbres y líder en exportaciones en su sector, sino que además está estrechamente vinculada al poder político en China. Su fundador, Wengen Liang, fue elegido representante en el 17º congreso del Partido Comunista Chino, así como de las versiones octava, novena y décima; además, ha sido premiado por el Estado como el “Trabajador Nacional Modelo”, “Destacado Emprendedor” y “Destacado Constructor de una Sociedad Socialista con Características Chinas”. El anterior premier felicitó la labor de Sany y ha sido tratada como una consentida del estamento político y, claro está, también ha estado involucrada en los casos de corrupción del PCC que se han hecho públicos en los últimos tiempos.

Son muchas las dudas que emergen de estos acuerdos, pero solo se puede echar mano de la experiencia histórica y de otros países, incluida la propia China, en la reflexión sobre las implicaciones de estos acuerdos para Venezuela. El asunto es apasionante, sensible y a la vez contradictorio porque se enfrenta con ideas establecidas y muchas veces vistas de forma estática como son la soberanía y la globalización.

Las Zonas Económicas Especiales son territorios creados de forma artificial por Estados nacionales bajo mecanismos legales peculiares en lo que se ha denominado como off-shore. A través de estos mecanismos el Estado delinea un territorio dentro de su propia geografía con reglas distintas a las que se somete el resto de la unidad político-territorial. Se trata de normas propias para la relación productiva, exclusivas para este pedazo de país; son lugares donde, generalmente, las normas laborales y/o ambientales son más flexibles que en el resto del territorio. Los Estados buscan crear los territorios off-shore con la intención de dar cabida a nuevas dinámicas productivas y echar adelante un desarrollo especial de fuerzas productivas y así elevar la competitividad en el mercado global, con la mira en aumentar exportaciones no tradicionales.

Por medio de este mecanismo, los Estados construyen nuevas fronteras imaginarias, pero esta vez dentro de sus propios territorios, e invitan inversiones extranjeras, quienes se benefician de unas reglas ‘excepcionales’ que normalmente no tendrían en otro espacio. Esto es lo que algunos autores llaman, una ambigüedad calculada, que permite mantener propiedad sobre el territorio pero también entregar capacidades a compañías extranjeras quienes, a su vez, toman ventaja de la misma ambigüedad para contabilizar inversiones, ignorar pérdidas y obtener nuevas ganancias. Así, el off-shore te permite hacer una torta y también comértela. Pero además, el concepto tradicional de soberanía se ve trastocado por prácticas e ideas que delinean nuevas geografías productivas y también sociales. Son formas contemporáneas de economías de enclave para la exportación globalizada.

Las Zonas Económicas Especiales forman parte de las múltiples expresiones de off-shore, que incluye los paraísos fiscales y los centros financieros globales, pero también las zonas especiales para la exportación, o las maquilas, como las que se encuentran en América Central y México, pero que se hicieron frecuentes a partir de la experiencia china luego de su apertura económica al llamado sistema de socialismo de mercado. Un rasgo común de estos espacios es la generación de empleos en sectores de escaso valor agregado, con muy poca transformación de materias primas. Es, además, un sector en el cual la fuerza laboral es desproporcionadamente representada por mujeres. Emerge una nueva ambigüedad, quizás menos calculada: mientras que se generan nuevos empleos para mujeres, estos tienden a venir acompañados de pésimas condiciones, bajas remuneraciones, inseguridad e insalubridad, así como hostilidad para la sindicalización y organización de trabajadoras. Ello sin mencionar los obscuros casos de violencia de género que se viven en zonas de maquiladoras como en Ciudad Juárez, México, donde cientos de jóvenes mujeres trabajadoras han sido descuartizadas en el desierto en los últimos años.

Las ZEE de China-- Tomado de la BBC

Las ZEE de China– Tomado de la BBC

En el caso chino, estos off-shore han implicado masivos desplazamientos internos, la entrada en el mercado de millones de personas que anteriormente subsistían con métodos de agricultura tradicional y la consecuente eliminación de formas de vida distintas a la de la clase proletaria, muchas veces en condiciones paupérrimas.

Estos off-shore han sido vistos como vehículos de la globalización y herramientas para que países en desarrollo encuentren formas para integrarse a la economía mundial, en muchos casos, asociados con fórmulas neoliberales de acumulación. Han servido para elevar el crecimiento económico y las exportaciones de muchos países del sur global. Pero también pueden venir de la mano de la planificación estatal, como en Venezuela, que paradójicamente en los últimos quince años ha defendido una visión de soberanía estado-céntrica y contraria a la liberalización. Hoy, con el establecimiento de las Zonas Económicas Especiales para la inversión china, Venezuela da un paso en el desplazamiento de esa visión tradicional de soberanía y constituye espacios con nuevas reglas y fronteras. Es sacar al neoliberalismo yankee por la puerta, para que la globalización con características chinas entre por la ventana.