Fuera de radar


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Si Ud. se enferma en Caracas

Por Valentina Blanco

Si Ud. se enferma en Caracas, disponga de dinero, carro cómodo, y una botella reusable de agua (llena).

Cuando Ud. está enferma, es posible que le toque amanecer con el miedo cotidiano de enfrentar una radioterapia –que marea, debilita, hace que se le rompan las muelas. Y es probable que, Si Ud. se enferma en Caracas, con todo y el vértigo de la ansiedad, le correspondan autobuses y metros, y caminatas arduas.

Pero no importa. Quizás todo eso este bien, le distrae.

El problema se halla después de colocarse los rayos. Así, mareada, con cabellos cayéndole sobre los hombros y atemorizada por la posibilidad latente de que el tratamiento no funcione, es posible que le toque ir de pie en la camionetica. Es posible que haya una multitud arrolladora en el metro y le toque dejar pasar varios trenes antes de lograr montarse.

Si Ud. se enferma en Caracas tiene que calcular que para llegar a ponerse la quimioterapia un viernes debe salir dos horas antes de lo normal, porque el tráfico es impredecible y Ud. debe llegar puntual, no vaya a ser que no dé tiempo de aplicarse todo el tratamiento y pierda el viaje. La angustia de sentir que Ud. puede perder el preciado tratamiento cada vez que va a ponérselo es indescriptible. Una llega a sentir que se le va la vida si no llega. Y quizás no es real, la vida no se va así. Pero la angustia sí es real, muy real.

Una preciada botella de agua mineral.

Una preciada botella de agua mineral.

Si le toca tomarse las pastillas en la calle, tenga a bien llevar una botellita de agua consigo. Porque conseguir una botella de agua mineral en Caracas es una cuestión de milagro. Panadería tras panadería, kiosco tras kiosco y no hay agua embotellada. Cada vez que la pida quizás ni le respondan, y le miren con cara de “esta-señora-qué-se-ha-creído-queriendo-conseguir-agua-mineral-en-la-calle”. Si usted anda en esas nimiedades de buscar agua quizás hasta se sienta culposamente burguesa por no querer tomarse las tres pastillas a secas.

Si Ud. se enferma de cáncer en Caracas, es posible que adquiera buena parte de los medicamentos de alto costo que requiera de forma gratuita en una farmacia del seguro social. Pero le toca recorrer calles duras, miradas agotadas. Transporte público colapsado. Muchas gentes desesperadas por montarse en el ascensor de primero, sin darse cuenta de que le pisan los pies a alguien que le apuesta a seguir caminando algunos años más, y que el juego está difícil.

Y sí. Se puede decir que en cada persona lleva sus historias a cuestas. “Cada cual lleva su cruz” como dicen tantos. Pero es que una ciudad hostil se hace inhabitable cuando una se siente tan débil. Una ciudad que puede ser tan ruin es difícil de pintar de colores cuando una es quien le quiere regalar el aliento a otro.

 


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Testimonio de la irresponsabilidad planificadora bolivariana

Por Raúl Cárdenas F.

Jorge Giordani

Jorge Giordani

Encontramos papel tualé. Esa fue la hazaña de hoy que, casualmente, se suma a la salida de Jorge Giordani del gabinete. Ante la dificultad que ha significado en estos días encontrar el papel, el agua embotellada o la harina, leí con esperanza su “Testimonio y Responsabilidad ante la historia”. Al fin y al cabo, prometía rendición de cuentas, asumir responsabilidades. Una cosa tendría que ver con la otra.

El testimonio se lee rápido. No hay rendición de cuentas. Hay una pataleta de un hombre cercano a los 80 años a quien no le han hecho caso en algunos meses, pese a su providencial relación con el CS. Ya han señalado por ahí la crítica contra Nicolás Maduro por ignorarle y darle más peso a los llamados ‘pragmáticos’ del gabinete. Pero hay que ir más allá del chisme ya conocido: Ramírez-Merentes y Giordani no se quieren.

A Giordani le molesta los signos de “independencia” que empiezan a cobrar organismos como PDVSA y el Banco Central frente al gobierno nacional. Hoy Giordani sí objetó el excesivo gasto público que lleva adelante el gobierno central, aunque fuera tan solo en su versión madurista. Justificó aquel gasto excesivo del cual él fue parcialmente responsable bajo el manto del antojo reeleccionista. Repasó los 600 mil millones de dólares ya gastados como una cifra más, como una anécdota redencionista de la Revolución Bolivariana. El hecho de que la renta petrolera, el presupuesto y para-presupuesto estuvieran al servicio de la elección presidencial, es solo una nota al pie de la simbología de una relación.

En últimas, para Giordani, el problema está en que no fueron nombrados funcionarios de su confianza a dirigir los opacos fondos soberanos, que no fuera él quien dirigiera la eutanasia de CADIVI y su migración paulatina al SICAD. El descontrol no se resuelve con transparencia y discusión (o la famosa ‘autocrítica’, de la que tanto gustan ufanar), se resuelve con funcionarios probos a ojos propios, actuando bajo los mismos mecanismos de oscurantismo burocrático que todos los demás.

El plan maestro de Giordani, que al parecer ha sido ignorado por Maduro, trataba de “romper con la percepción de corrupción” existente sobre el manejo de las finanzas públicas. Acabar con la corrupción es pedir demasiado. Este despelote se resuelve con una buena planificación socialista de gasto por objetivos que responda a criterios de eficiencia. ¡Qué riñones tiene este señor! Después de más de una década planificándole los sueños de gran potencia energética a la banda petro-improvisadora más famosa del continente, viene a decir que unos cuantos desajustes y uno que otro exceso, se resuelven con más de su planificación.

Hoy duerme tranquilo Giordani junto a su arrogancia. Piensa que cumplió con su deber, advirtió al país que PDVSA hoy está manejada bajo la lógica de intereses particulares, ajenos al control del Jefe máximo. Que el país se compromete con deudas imposibles de pagar si se le sigue diciendo que sí a todas las ocurrencias que tenga un bigotudo espontáneo en algún Gobierno de Calle. Ya él no será quien diga que sí, llegó otro en su lugar. Mi consuelo personal es que quizá le toque a él dilucidar mañana dónde encontrará el papel tualé.