Fuera de radar


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Aspirar

“No es que vamos a sacar a la gente de la pobreza para llevarlas a la clase media para que después aspiren ser escuálidos”

Héctor Rodríguez

Ya se ha dicho mucho sobre el pronunciamiento del ministro de Educación, Héctor Rodríguez, acerca de los planes del gobierno para la erradicación de la pobreza. Esas palabras, acompañadas con la sonrisa amigable del joven ministro, apuntan a un nervio nacional sensible: el esfuerzo de erradicación de la pobreza tiene un propósito ‘político’. Sí, la salida de la pobreza está supeditada a la lealtad con la Revolución.

Finalmente se reconoce como política oficial lo que ya sonaba en los comentarios de revolucionarios de a pie como un oxímoron: esa doñita escuálida recibe su pensión así nomás; unas familias sifri de mi cuadra compran cosas de mercal; aquellos estudiantes, con todo y todo, fueron tratados en Barrio Adentro después de un perdigonazo. La intención es periódico de ayer, solo que ahora, con la caída estrepitosa de fondos líquidos nacionales podríamos dejar tanta benevolencia con quienes aspiran ser escuálidos con los programas sociales de la Revolución.

Las palabras valientes de Rodríguez tienen, sin embargo, otro telón de fondo, queda implícito el salvoconducto del poder a quienes se enriquecen y cultivan patrones de consumo nada parecidos al pueblo raso, pero son conspicuos representantes del corazón de la patria. Ser rico no es malo, si estás del lado correcto.

Pocos días después, en la Conferencia por la Paz que convocó Nicolás Maduro, el propietario de Empresas Polar, Lorenzo Mendoza, sumó su granito de arena a la tan ansiada plática nacional. En tono muñeco de torta intelectual, Mendoza interrumpió su pedido de inclusión para decirle al Presidente que ‘el venezolano’ no es envidioso y ‘el que aspira llega lejos’. Estas palabritas dieron la vuelta a las redes sociales y unos románticos del debate político de los noventa se emocionaron y repitieron con vehemencia que lo que necesita Venezuela es un buen gerente.

Pasó desapercibido, pero Jorge Arreaza dio el discurso de memoria y cuenta el 25 de febrero este año. En esa alocución, el vicepresidente dijo que Venezuela ha recibido de la renta petrolera unos 972.565 millones de dólares en los 15 años de gobierno bolivariano. Será fácil predecir que en 2014 la cifra superará el billón de dólares (un millón de millones). Solo en materia social, el gobierno ha invertido 623.058 millones de dólares. Una comparación eurocéntrica resulta ilustrativa para comprender lo que quiere decir más de seiscientos mil millones de dólares. En los cuatro años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el famoso plan de reconstrucción europea costó 15.000 millones de dólares, que ajustados a la inflación desde aquel momento hasta la actualidad, indican unos 148.000 millones de dólares de 2013. Efectivamente, Venezuela ha contado con cinco veces el monto que tomó la reconstrucción de toda la Europa occidental de post-guerra en estos 15 años.

Es una cantidad nada despreciable para el gasto social en cualquier país del mundo. En el caso venezolano, son recursos que se han invertido en programas de salud, educación, infraestructura y masivamente en defensa nacional, pero no todo se ha ido a estos programas. Los resultados en la actualidad son mixtos, se ha reducido la pobreza y la desigualdad aunque quizá menos de lo que una cifra tan abultada sugeriría a simple vista. Las cuentas que saca el vice-presidente y la intención hecha política pública de saldar la deuda social con ‘compromiso revolucionario’ nos hace suponer que pudimos aspirar a tener hoy, luego de quince años, una sólida mayoría de boliburgueses.

 

Raúl Cárdenas F.